Deseé con todo mi corazón ser músico, no pudo ser. Con los estudios en la Facultad de Bellas Artes no me fue mucho mejor. Le dediqué también unos años a la jardinería pero no me llenaba.
Mis padres, preocupados por el futuro de su hijo, un día me abren los ojos:
-Mira hijo… ya es hora de que encuentres tu verdadera vocación… ¿Por qué no te centras de una vez y haces algo que realmente te apasione y que te de cierta estabilidad? ¿No te has planteado nunca formarte en una escuela de Hostelería?
Nunca se me pasó por la cabeza trabajar entre fogones. Siempre lo había considerado un hobby y me apasionaba la gastronomía, pero a veces sucede que no asociamos trabajo y diversión. ¿Puede existir mejor manera de ganarse la vida? ¿Cómo no pude haberlo tenido en cuenta antes?
La pasión por la cocina me viene de familia, mis abuelas y mi madre son unas cocineras excepcionales y en casa siempre hemos dado mucha importancia al buen comer. Me matriculé en la Escuela Superior de Hostelería y Gastronomía de Toledo y empecé mi andadura.
Tras terminar los estudios, empecé a formarme en restaurantes y hoteles de gran prestigio y reconocimiento hasta que con el tiempo, dirigí las cocinas de importantes negocios hosteleros.
Mientras todo sucedía conocí a la persona que más fuerzas, ánimos, amor y apoyo me han dado en la vida. Victoria, mi mujer y la mamá de mi hijo. La hostelería es muy sacrificada y sin ellos pienso a veces que habría tirado la toalla. Nunca podré agradecérselo lo suficiente.
Es precisamente Victoria la que me empuja a abrir mi propio proyecto el verano de 2011.
Cuando pedíamos consejo a amigos y familiares, siempre nos decían que estábamos como una REGADERA, que cómo podía renunciar a mi estabilidad laboral en plena crisis económica… Parece que el nombre del negocio se iba perfilando.
Decidimos seguir con nuestro sueño con paso firme y gracias a nuestras familias, grandes amigos y enormes profesionales (imposible mencionaros a todos), pudimos finalmente abrir las puertas de nuestro pequeño restaurante. Nace REGADERA.
Pasan los años y Regadera crece a un ritmo que hace que “el tiesto” se quede pequeño y después de 4 años, abrimos en 2015 el Restaurante que siempre deseé.
Soy una de las personas más afortunadas que conozco… tengo la suerte de contar con el mejor equipo humano que hace posible que Regadera sea lo que es… un sueño hecho realidad.
GRACIAS a todos los que alguna vez habéis cruzado las puertas de nuestra casa por confiar en nosotros… no olvidéis que Regadera existe por y para vosotros. Gracias de corazón.
Adrián Caballero.
Adrián Caballero
Deseé con todo mi corazón ser músico, no pudo ser. Con los estudios en la Facultad de Bellas Artes no me fue mucho mejor. Le dediqué también unos años a la jardinería pero no me llenaba.
Mis padres, preocupados por el futuro de su hijo, un día me abren los ojos:
-Mira hijo… ya es hora de que encuentres tu verdadera vocación… ¿Por qué no te centras de una vez y haces algo que realmente te apasione y que te de cierta estabilidad? ¿No te has planteado nunca formarte en una escuela de Hostelería?
Nunca se me pasó por la cabeza trabajar entre fogones. Siempre lo había considerado un hobby y me apasionaba la gastronomía, pero a veces sucede que no asociamos trabajo y diversión. ¿Puede existir mejor manera de ganarse la vida? ¿Cómo no pude haberlo tenido en cuenta antes?
La pasión por la cocina me viene de familia, mis abuelas y mi madre son unas cocineras excepcionales y en casa siempre hemos dado mucha importancia al buen comer. Me matriculé en la Escuela Superior de Hostelería y Gastronomía de Toledo y empecé mi andadura.
Tras terminar los estudios, empecé a formarme en restaurantes y hoteles de gran prestigio y reconocimiento hasta que con el tiempo, dirigí las cocinas de importantes negocios hosteleros.
Mientras todo sucedía conocí a la persona que más fuerzas, ánimos, amor y apoyo me han dado en la vida. Victoria, mi mujer y la mamá de mi hijo. La hostelería es muy sacrificada y sin ellos pienso a veces que habría tirado la toalla. Nunca podré agradecérselo lo suficiente.
Es precisamente Victoria la que me empuja a abrir mi propio proyecto el verano de 2011.
Cuando pedíamos consejo a amigos y familiares, siempre nos decían que estábamos como una REGADERA, que cómo podía renunciar a mi estabilidad laboral en plena crisis económica… Parece que el nombre del negocio se iba perfilando.
Decidimos seguir con nuestro sueño con paso firme y gracias a nuestras familias, grandes amigos y enormes profesionales (imposible mencionaros a todos), pudimos finalmente abrir las puertas de nuestro pequeño restaurante. Nace REGADERA.
Pasan los años y Regadera crece a un ritmo que hace que “el tiesto” se quede pequeño y después de 4 años, abrimos en 2015 el Restaurante que siempre deseé.
Soy una de las personas más afortunadas que conozco… tengo la suerte de contar con el mejor equipo humano que hace posible que Regadera sea lo que es… un sueño hecho realidad.
GRACIAS a todos los que alguna vez habéis cruzado las puertas de nuestra casa por confiar en nosotros… no olvidéis que Regadera existe por y para vosotros. Gracias de corazón.
Adrián Caballero.